LA HISTORIA DE π
Quizás sea el número más famoso de todos. La relación
entre la longitud de una circunferencia y su diámetro en la Geometría
euclidiana, π (pi), es un número irracional. Se la considera una de las
constantes matemáticas más importantes y resulta indispensable para la
matemática, la física y la ingeniería. Te contamos la historia de este número
que posee infinitos decimales y que no puede expresarse como un cociente entre
dos enteros, cuyo valor (truncado) es 3,14159265358979323846...
Es indudable que π ha fascinado a la humanidad desde
tiempos inmemoriales. En todas las épocas, los matemáticos más capaces han
dedicado parte de su tiempo en la búsqueda de un algoritmo que permita calcular
mejor o más rápidamente su valor. Concretamente, π expresa la relación que
existe entre la longitud de una circunferencia y su diámetro dentro del marco
de la llamada Geometría euclidiana (esta relación no es constante en geometrías
no Euclides). A pesar que para prácticamente cualquier propósito práctico
imaginable basta con conocer una decena de decimales, la humanidad ha dedicado
millones de horas hombre a calcular el mayor número posible de ellos, quizás
buscando la tan esquiva periodicidad que permita expresarlo como el cociente
entre dos enteros. Tal trabajo es, por supuesto, absolutamente inútil: desde
1761 sabemos que se trata de un número irracional, lo que significa que no puede
expresarse como fracción de dos números enteros, tal como lo demostró el genial
Johann Heinrich Lambert.
El valor de π se ha obtenido con diversas aproximaciones
a lo largo de la historia, siendo una de las constantes matemáticas que más
aparece en las ecuaciones de la física. El récord actual es de
2.576.980.370.000 de decimales, y lo calculó Daisuke Takahashi en un
superordenador T2K Tsukuba System. El valor más antiguo que se conoce es 3,1605
y aparece escrito en el “Papiro de Ahmes”, encontrado en Egipto y datado en el
año 1900 antes de Cristo. A pesar del “retroceso” en la precisión de π que significó la adopción de “3” (por
motivos religiosos) en el comienzo de la era cristiana, a lo largo de los
siglos este número se ha ido calculando cada vez con mayor número de decimales
correctos. En el año 263 de nuestra era, el chino Liu Hui calculó su valor como
3,14159 (un error de menos de 1 en un millón). En el año 1400, el matemático
indio Madhava calculó 3,14159265359 (0,085 partes por millón de error).
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