MATEMÁTICA BABILÓNICA
La matemática babilónica (también conocida como
matemática asirio-babilónica) [1][2][3][4][5][6] es el conjunto de
conocimientos matemáticos que desarrollaron los pueblos de Mesopotamia, actual
Irak, desde la temprana civilización sumeria hasta la caída de Babilonia en el
539 a. C. Se llaman matemáticas babilónicas debido al papel central
de Babilonia como lugar de estudio, que dejó de existir durante el periodo
helenístico. Desde este punto, las matemáticas babilónicas se fundieron con las
matemáticas griegas y egipcias para dar lugar a las matemáticas helenísticas.
Más tarde, bajo el Imperio árabe, Mesopotamia, especialmente Bagdad, volvió a
ser un importante centro de estudio para las matemáticas islámicas.
Los babilonios vivieron en Mesopotamia,
en unos claros de tierras fértiles entre los ríos
Tigris y Éufrates, hacia finales del milenio IV antes de
Cristo.
Desarrollaron una forma abstracta de escritura basada en
símbolos cuneiformes. Sus símbolos fueron escritos en tablas de arcilla mojada
cocidas al sol. Miles de estas tablillas han sobrevivido hasta nuestros
días. Gracias a ello, se ha podido conocer, entre otras cosas, gran parte de
las matemáticas babilónicas. El uso de una arcilla blanda condujo a la
utilización de símbolos cuneiformes sin líneas curvas porque no podían ser
dibujadas.
El aspecto más asombroso de las habilidades de los
cálculos de los Babilonios fue su construcción de tablas para ayudar a
calcular.
De las tablillas babilónicas, unas 300 se relacionan con
las matemáticas, unas 200 son tablas de varios tipos: de multiplicar, de
recíprocos, de cuadrados, de cubos, etc. Los problemas que se planteaban eran
sobre cuentas diarias, contratos, préstamos de interés simple y
compuesto. En geometría conocían el Teorema de Pitágoras y las propiedades de
los triángulos semejantes; en álgebra hay problemas de segundo, tercero e
incluso de cuarto grado. También resolvían sistemas de ecuaciones.
Los babilonios fueron los pioneros en el sistema de
medición del tiempo; introdujeron el sistema sexagesimal y lo hicieron
dividiendo el día en 24 horas, cada hora en 60 minutos y cada minuto en 60
segundos. Esta forma de contar ha sobrevivido hasta nuestros días.
El sistema de numeración Babilónico tuvo una gran
desventaja debido a la falta de un cero. Para poder interpretar números en los
que se hallaba el cero, como el 3601, debía guiarse según el contexto en que
éste se encontraba.
Los babilonios usaban la siguiente fórmula para hacer la
multiplicación más fácil, puesto que no tenían tablas de multiplicar.
Aún mejor es la fórmula:
Los babilonios tenían una tabla en la que se hallaban
escritos todos los cuadrados necesarios para multiplicar.
La división fue para los Babilonios un proceso más
difícil. No tuvieron un algoritmo para la división larga; se basaban en
que de modo que fue necesaria una tabla de números resiprocos.
En la actualidad aún se conservan estas tablas, con
números recíprocos mayores que varios miles de millones. Las tablas en su
notación numérica (que se han traducido a nuestra notación) tienen como base
60.
Una traducción de una tabla Babilónica, preservada en el
Museo Británico dice lo siguiente:
"4 es la largura y 5 la diagonal. ¿Qué es la
anchura? Su tamaño
no es conocido. 4 veces 4 es 16.5 veces 5 es 25. Si se
toma 16 de
25 queda 9. ¿Cuántas veces tomaré en orden a 9? 3 veces 3
es 9.
3 es la anchura"
Este problema de los babilonios se basa en el teorema de
Pitágoras porque:
TABLAS BABILÓNICAS
Estos son un par de ejemplos de unas tablillas Babilónicas con escritura cuneiforme (ambas imágenes obtenidas de la web de la Universidad de St Andrews)
)




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